viernes, 10 de mayo de 2013

Caos

Muchas veces he pensado acerca de mi relación con el fútbol. Y esa es la palabra clave: relación. Estoy unido a él desde los primeros toques con un balón en el jardín de mi abuela, desde una infancia tan lejana que ya sólo quedan los ecos del recuerdo. Ha sido una relación larga, de décadas, en la que ha habido amor, pasión, lágrimas y mucha diversión. Sobre todo diversión. En ocasiones, la unión fue tal que el fútbol llegó a cumplir en mi vida el papel de los peluches que nos acompañaban por la noche cuando éramos niños: parecía infantil, a veces enfermizo, pero sólo era miedo. En verdad, este juego fue salvador.

En una de mis tantas reflexiones, reflexiones que muchas veces giraban en torno a si no era estúpido reflexionar sobre algo en esencia tan banal como un mero juego entre veintidós futbolistas, llegué a la siguiente conclusión: el fútbol es tan importante porque cumple una de las necesidades básicas de todo ser humano: la de pertenencia. Esta conclusión no es nada novedosa, la han argumentado y defendido varios reconocidos football writers, pero creo que para fijar tus propias ideas es conveniente llegar a ellas por ti mismo. Pertenencia. Partiendo de este concepto se explican muchas cosas que rodean este deporte, desde el cariño por el equipo de tu tierra, la comunión entre afición y jugadores de un club pequeño, el amor irracional por unos colores por cuestiones familiares y hasta la pasión, tantas veces violenta, que se genera en los estadios –y en los bares– en forma de grupos ultras. Entonces, pienso en mi mismo y descubro que no sigo ni al equipo de mi tierra ni al de mi padre, y tampoco simpatizo con la camaradería de la grada ultra. Mis dos equipos juegan tan lejos de donde he vivido siempre que parecería que no tengo la necesidad básica de todo ser humano de pertenecer a algún colectivo con el que sentirme identificado, protegido o arropado. Pero creo que no es eso.




Existe otra clase de pertenencia, una pertenencia menos física y más emocional (si es que la pertenencia no es siempre emocional) en la que creo que se resume mi amor por unos determinados equipos y no otros. Recuerdo muy bien la noche en la que empecé a seguir al Manchester United: fue la final frente al Bayern. La vi con mi padre siendo aún muy niño, y me emocioné como nunca antes lo había hecho con el fútbol; tanto, que tuve que esconderme para que no se viesen mis lágrimas. Con los años e internet, empecé a ver cada fin de semana los partidos de ese equipo británico al que antes sólo podía seguir por el teletexto (qué injusta su decadencia) o en los periódicos del día siguiente. Tuve suerte y disfruté de la mejor generación del United en el siglo XXI, la abanderada por Cristiano Ronaldo, con tres ligas consecutivas, otra Champions y dos finales más. Jamás he disfrutado tanto con el fútbol como desde 2006. Sin embargo, estoy seguro de que toda esta diversión no vino sólo por los títulos, los goles, los jugadores increíbles o las remontadas imposibles, sino por algo mucho más difícil de explicar.

Creo que lo que descubrí en los últimos siete años y que se remontaba más atrás, lo que me hizo unirme de manera casi irreal a un equipo tan lejano, fue que encontré un sentido de pertenencia similar al del que anima al equipo de su tierra, al de su padre o el de sus amigos. Esta pertenencia no nacía de un espacio físico reconocible, sino de un ritual casi mágico que sólo yo conocía ya que se creó en mi imaginario particular semana a semana, partido a partido, donde el denominador común no eran los aficionados, los jugadores o los rivales: aquello que me unía de forma indisoluble, de manera romántica y pasional a unos colores, era la presencia perenne de Alex Ferguson. El escocés era el familiar que nunca falta, la promesa de una eterna calma, la ligazón con una infancia que desaparece de manera irreversible. En un mundo tan cambiante, Fergie representaba una de las pocas situaciones inmutables que he encontrado en mi vida, uno de los rincones donde el caos no había sido capaz de triunfar. Su adiós es el sonido del despertador; es la excavadora destruyendo el parque de nuestra niñez; es Marco dejando sola a Laura.

Es hora de volver a dormir con nuestro peluche favorito; las noches prometen ser más largas, más frías y con más pesadillas.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Respuestas

La historia ofrece en ocasiones momentos puntuales de una extraordinaria brillantez. No suele ser habitual, pero a veces se da una conjunción de fenómenos que engrandecen de forma inusual a una sociedad determinada en un momento concreto. El economista Schumpeter denominó a esta vitalidad humana como ‘la respuesta creadora de la historia’. Reduciendo todo ello a un minúsculo campo de fútbol, podríamos decir sin miedo a equivocarnos que el Real Betis ofreció su mejor versión en unos segundos cuarenta y cinco minutos de auténtico ensueño tras, paradójicamente, completar la peor primera mitad de la era Mel. La respuesta de éste ‘algo más’ del segundo tiempo sólo la podemos encontrar en lo que otro estudioso, Carlo Cipolla, definió como ‘el resultado de un entusiasmo colectivo, de exaltación y de cooperación’ (1). 



Pepe Mel, ratificado el pasado lunes por un Consejo que no cree en él y que, incluso, le llegó a pedir un cambio en sus métodos, presentó en el Sadar un once tan novedoso como contradictorio. Una línea de cinco atrás, pero sin carrileros (no existen en la plantilla); un centro del campo con Cañas y Matilla (Beñat, el mejor mediocampista del equipo, fuera); y una línea de tres arriba con Pereira, Salva Sevilla y Santa Cruz, tres jugadores de cualidades tan distintas que resultaba muy complicado pensar que fuesen a mezclar en condiciones (Rubén Castro, el mejor jugador de la plantilla, también fuera). Cuando el balón echó a rodar, el equipo se mostró tan perdido como parecía su entrenador, quien, a falta de su finiquito, se veía tan fuera del equipo que parecía decir adiós con una fina ironía: si los de arriba quieren un verdadero cambio de rumbo, aquí tienen un equipo bien diferente.

Osasuna, mejor colocado en la tabla y sin tantas urgencias, tardó en meterse en el partido, pero cuando se puso a tono no le costó superar a un rival desconcertado, sin plan, hundido en un futuro incierto. Sin jugar a un gran nivel, generó un par de corners y en uno de ellos Miguel Flaño adelantó a su equipo tras un error defensivo en la marca zonal verdiblanca. El Betis parecía resignado, y Mel, en la banda, observaba con tristeza a unos jugadores que ya no sentía como suyos. Sólo un lanzamiento de falta de Salva Sevilla pudo evitar el 1-0, pero el balón decidió estrellarse contra la madera. Descanso, derrota triste. Pepe Mel, el entrenador que opositaba a heredar el papel de mito de Lorenzo Serra Ferrer, parecía despedirse del club de su vida con una entrega propia de entrenadores de un nivel muy inferior y que el propio Betis se ha cansado de coleccionar.




Pero como en la Italia que precedió a la del Renacimiento, en la que aquella sociedad vio cómo se conjugaba la escritura de Dante con la brocha de Giotto y el auge comercial de los emprendedores transalpinos con el movimiento religioso de San Francisco, el Real Betis salió en la segunda parte a derribar el muro mental que llevaba acongojándole semanas y que atenazaba las piernas de sus futbolistas. Mel perdió el miedo y dio entrada a Rubén y Beñat, y si el capitán no temía, los marineros tampoco. El equipo que durante los primeros cuarenta y cinco minutos se había encerrado con todos sus jugadores en su campo, vivía ahora por completo en el terreno del rival. Líneas adelantadas, dominio de balón, pases verticales, piernas rápidas tanto en la ejecución de los pases como a la hora de iniciar los desmarques. El Betis se movía con el ímpetu de un comerciante a la par que mezclaba paredes y disparos con el mismo talento con el que Giotto pintaba sus cuadros. El Sadar asistía atónito a semejante exhibición futbolística.

El conjunto hispalense estaba firmando los mejores minutos de la temporada, seguramente de toda la era Mel junto al partido de Getafe en Copa, justo cuando todo parecía perdido y el beticismo presagiaba otra anodina derrota. Pese a la calidad con la que estaban jugando todos los futbolistas verdiblancos el gol se resistió hasta que Pereira logró irse de su marcador por velocidad y en un centro-chut sirvió para que Rubén, siempre Rubén, anotase el empate. Parecía que nada podría parar al Betis, que había llegado el momento de la resurrección, de empezar de cero con ilusiones renovadas. Con la victoria, los goles y el buen fútbol por bandera. Pero la historia es cruel; los momentos de apogeo en las sociedades humanas son efímeros, la crisis es nuestro estado natural. No obstante, estas épocas doradas suelen dejar para la posteridad sus brillantes creaciones. El fútbol, más intangible, también más incientífico, no ofrece siquiera tales concesiones.




En un balón largo hacia el área andaluza, Dorado cometió un error al hacer falta sobre un delantero osasunista. Era el minuto 93 y Nekounam, de libre directo, batía al frágil Casto. El fútbol, que no entiende de justicia y merecimientos, le daba la espalda al Betis; en este juego sólo importan los goles. El beticismo, sin embargo, haría bien en recordar los, probablemente, últimos coletazos del Betis de Pepe Mel. A falta de una Divina Comedia o de un hermoso fresco (2), convendría, en estas duras horas, hacer memoria. La respuesta creadora, en el Sadar, no fue de la historia, sino de unos jugadores comandados por un entrenador en el que siguen confiando y que, pese a todo, se resiste a morir.


(1) Carlo M. Cipolla: Historia económica de la Europa preindustrial.
(2) La primera imagen es un retrato de Dante aparecido en un fresco de Giotto.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El núcleo del 'Big Six'

Este fin de semana regresa la Premier League tras la doble jornada de encuentros clasificatorios para la Eurocopa 2012 en los que la selección inglesa ha sellado prácticamente su billete para estar el próximo junio en Polonia y Ucrania. Pero esta jornada que se nos avecina, la cuarta, es especial porque es la primera que se va a jugar con todas las plantillas ya cerradas. Éste va a ser un pequeño análisis que se va a centrar en los, a priori, seis candidatos al trono que ahora ocupa uno de ellos, el Manchester United, pero especialmente en la zona caliente de sus diferentes esquemas: el centro del campo.


Manchester United

El actual campeón se ha reforzado casi línea por línea, buscando juventud y ambición. Con ese fin han llegado David de Gea, Phil Jones, Ashley Young y los canteranos Tom Cleverley y Danny Welbeck, que el año pasado jugaron cedidos en Wigan y Sunderland respectivamente. Sin embargo, Ferguson no ha reforzado la parte más debilitada de su plantilla: el mediocampo.

Anteayer el técnico escocés comentaba que para reemplazar a Scholes sólo hubieran servido Xavi o Iniesta, pero lo cierto es que se intentó fichar a Wesley Sneijder, mas las diferencias monetarias entre club y jugador resultaron insalvables. Así las cosas, el United parte esta temporada con los siguientes jugadores para el centro del campo: Carrick, Cleverley, Anderson, Fletcher, Gibson y Giggs. El equipo sigue falto de un director de juego, del eje que una ataque y defensa, del medio capaz de acelerar y parar el partido según convenga. Cleverley-Anderson son la primera apuesta de SAF, pero ésta parece una opción insuficiente para competir con los rivales más difíciles; ambos jugadores son de una clara vocación ofensiva, siempre más dispuestos para jugar cerca del área rival que de la propia. Falta talento táctico, algo que podría suplir Fletcher, y mejor salida de balón, algo en lo que nunca se ha podido imponer Michael Carrick. Pero esto no es nuevo; Scholes llevaba dos años con muchas lesiones y Ferguson ha trabajado para que el equipo huyese del centro del campo, cual fuerza centrífuga, y basar todo el juego en las transiciones rápidas y en la velocidad de los delanteros, ideas que han funcionado muy bien en este comienzo de temporada. Aún así, esto no esconde que el centro del campo de los de Old Trafford sea el más débil de todos los que vamos a analizar.





Chelsea FC

El irreverente André Villas-Boas comandará la lujosa nave londinense durante esta temporada 2011-2012, pero lo hará sin Luka Modric, la pieza que buscó con ahínco para un engranaje que lleva un tiempo estancado en esa zona del campo. No obstante, Abramovich ha fichado para el medio a Raul Meireles y al español Oriol Romeu (Essien está lesionado de gravedad), a los que hay que sumar a Obi Mikel, Ramires, Lampard y la joven perla de la cantera blue: Josh McEachran.

El ocaso de Frank Lampard Junior es un hecho. Hace tiempo que se acabó aquel jugador determinante capaz de filtrar pases decisivos como de anotar más de 20 goles por temporada. La llegada de Modric parecía esencial, pero al final no han podido convencer a Daniel Lévi, propietario del Tottenham, y han terminado por firmar al portugués ex del Liverpool, que le aporta más poderío físico y llegada a un conjunto al que nunca le sobraron esos atributos, pero que se ha quedado anclado en un pasado donde las piernas corrían el doble y la mente el triple. Al equipo le falta regularidad en su juego y, sobre todo, sorpresa. Ramires no convenció el año pasado ni en la Copa América, por lo que la pareja Raul Meireles y Frank Lampard parece que será la que parta detrás de la línea atacante, a veces demasiado estática, por lo que el fichaje de Mata se antoja importante. Por lo demás, veremos si Romeu es capaz de quitarle la titularidad a Mikel para el vértice defensivo y si Vilas Boas apuesta por McEachran. Es evidente que éste no es el Chelsea que un día creó Jose Mourinho, pero para resucitarlo, quizá, nadie mejor que alguien que conoció desde dentro aquellos gloriosos años donde en la zona rica de Londres relucían tanto las joyas como los trofeos.





Manchester City

La plantilla sky blue es, sin duda, la más completa del campeonato. Un equipo inabarcable, lleno de talento, poderío físico y versatilidad. A los Kompany, Toure, Silva, Dzeko y compañía se les han unido este verano dos jugadorazos: Nasri y Kun Agüero, el fichaje del año. Sin embargo, el equipo sigue envuelto en ciertas dudas, sobre todo por quién los entrena.

Roberto Mancini fue un futbolista tan elegante como lo son ahora sus trajes, pero debajo de esas ropas de la alta costura milanesa se esconde un entrenador muy poco valiente. Incapaz de prescindir durante mucho tiempo del doble pivote De Jong-Barry con Toure de mediapunta, ha sido ahora, con la baja por lesión del holandés y la llegada de Nasri cuando el técnico italiano se ha decidido a dar un paso al frente y colocar el siguiente esquema: Toure-Barry en el medio, Silva y Nasri por delante de ambos y Dzeko y Kun en la delantera. La presentación fue inmejorable: 1-5 en White Hart Lane en una actuación portentosa de todo el bloque. Poderío físico, juego combinativo y llegada, todo eso es capaz de acumular este City con la mayor de las garantías, ya que tiene a dos jugadores por puesto, cuando no tres. Eso sí, ese dibujo parece en principio falto de vuelo exterior, pero ahí entran en juego los laterales, para dar recorrido a un equipo cuyos límites no deberían existir, pese a la insistencia de su entrenador en afirmar que aún no están preparados para luchar por el título.





Arsenal FC

El equipo del norte de Londres afronta una temporada llena de dudas y desconfianza. La pérdida de Fábregas y Nasri representan el fracaso de un modelo, ya sea por la coyuntura económica de la entidad o por la política de fichajes de Wenger. Sus jugadores buscan pasar los mejores años de su carrera fuera de la entidad Gunner, y ese hecho deprime a su afición.

Para sustituir al excapitán han fichado a Mikel Arteta y a Yossi Benayoun para reemplazar al francés. El bajón de calidad es considerable, pero el centro del campo del Arsenal continúa siendo de nivel: Wilshere tiene todas las condiciones para ser el mejor centrocampista de las Islas durante los siguientes diez años, pero una lesión de tobillo le va a impedir jugar los próximos dos meses; el galés Ramsey va a tener la oportunidad de demostrar su calidad tras una grave lesión que no le ha permitido estar a la altura desde que llegó a Londres: mientras, Alex Song es un buen mediocentro defensivo. Arteta peleará por un puesto con Ramsey cuando regrese Wilshere, pero hasta ese momento, ambos intentarán hacer olvidar a Fábregas. En la recámara, buenos jugadores como Benayoun, Rosicky, Oxlade-Chamberlain (han desembolsado por él 14 millones de euros), Frimpong o Diaby. No obstante, todas las líneas del Arsenal comparten una característica común: calidad, juventud, pero muy pocos jugadores determinantes. Este año Wilshere y Van Persie parecen ser los dos únicos jugadores capaces de elevar al Arsenal por encima de su verdadero nivel. Pero, ¿y cuál es su verdadero nivel? En muchas ocasiones ha parecido que Wenger situaba al Arsenal en cotas superiores a lo que refleja tanto su nivel económico como deportivo, pero este año el reto es verdaderamente mayúsculo. El equipo del alsaciano parece ser el más débil de los seis grandes, ya que no sólo baja su nivel, sino que el del resto no deja de aumentar.





Tottenham Hotspurs

En el deprimido barrio de Tottenham, uno de los más afectados por el desempleo y, por ende, por los disturbios que afectaron a la capital londinense durante el pasado mes de agosto, tienen un motivo para la alegría, sobre todo si simpatizan con los Spurs: Harry Redknapp no sólo podrá contar con Luka Modric un año más, sino que además el croata tendrá un acompañante de lujo: Scott Parker.

Esta doble circunstancia coloca al Tottenham con renovadas posibilidades de regresar el año que viene a la Champions League. Huddlestone, Sandro, Livermore, Parker, Modric, Kranjcar y el mediapunta Rafael Van der Vart tienen el suficiente talento como para que este equipo compita por un puesto del cuarto para adelante. En este curso Redknapp barajará varias opciones para su mediocampo, ya que las posibilidades que le ofrecen tantos jugadores buenos y diversos abren un abanico de opciones que en este momento nos hace muy difícil averiguar la propuesta definitiva del bueno de Harry. Huddlestone y Sandro son los dos mediocentros defensivos, pero es más que posible que en muchos partidos veamos a la pareja Parker-Modric dirigiendo a los Spurs. Una alternativa interesante sería colocar a Huddlestone (Sandro está lesionado hasta a mediados de octubre, pero el año pasado ya demostró su gran nivel) junto a Parker, con Modric por delante, en la posición en la que muchos expertos creen que rendiría mejor. Esta opción tiene su parte negativa, y es que Van der Vaart se caería del once. Veremos qué imagen acaba tomando el siempre atractivo Tottenham, pero si algo tenemos claro es que su fútbol debe crecer desde el centro del campo para matar por los costados con Bale y Lennon; arriba, decidirá Adebayor.





Liverpool FC

Con la llegada de Kenny Daglish los reds iniciaron una britanización de la plantilla, cuestión que se ha reforzado este verano con las contrataciones de Jordan Henderson, Charlie Adam, Stewart Downing y el fichaje de última hora de Craig Bellamy. Además, José Enrique y Coates han reforzado la línea defensiva de un equipo que apetece ver y conocer dónde está su techo.

Su centro del campo es el siguiente: Spearing, Lucas Leiva, Gerrard, Adam, Henderson y Jonjo Shelvey. La gran incógnita se encuentra en Steven Gerrard, quien podría volver en unas pocas semanas tras su lesión, pero es difícil que, aún con el paso de los partidos, volvamos a ver a aquel futbolista dominador desde todas las posiciones del mediocampo. Sin embargo, el Liverpool cuenta con tantas variables en su fútbol ofensivo que el dibujo de la línea media no se antoja tan fundamental. Nos referimos a que Downing, Maxi Rodríguez, Kuyt, Carroll, Luis Suárez, Bellamy, incluso Henderson y Shelvey, pueden ocupar posiciones del ataque tan variadas que debería ser esta línea la que defina a la anterior. Y es que no es lo mismo jugar con Maxi y Downing por las bandas que hacerlo con Bellamy y Kuyt, con un peor balance defensivo, por ejemplo. Personalmente, aún no he visto ningún partido del nuevo Liverpool, pero por variantes, amplitud y calidad, este año sí deben aspirar a puestos Champions.





Los diferentes esquemas están basados en la experiencia de las tres primeras jornadas, en lo que creo que puede ser la línea básica de actuación de los seis entrenadores y en una mezcla de deseo e ignorancia que puede alejarse bastante de la realidad. En cualquier caso, si algo queda claro tras este somero análisis es que la Premier League presenta un cartel inigualable en calidad y competitividad; esta liga, hoy en día, es el Calcio de los noventa y la Liga española de los 2000. Ahora es el turno de los inventores.

jueves, 28 de julio de 2011

Continuar

Hay despedidas que son mucho más que un paso adelante y ni una mirada atrás. Hay adioses tan dolorosos que el final que representan supone un desafío tanto a los sentidos como a la memoria, tantas veces juntos, casi siempre para llorar. No ver nunca más a Paul Scholes sobre el verde de Old Trafford significa todo eso, pero su ausencia va más allá de una simple cuestión nostálgica. El colorado, el más especial de los Fergie Boys, ha dejado con su retirada un hueco que parece imposible de rellenar, no sólo en nuestro paladar, sino también en el ámbito más pragmático del juego, ya que Alex Ferguson no está encontrando un mediocentro con la capacidad futbolista necesaria para reemplazar al genio de Salford. Su juego era arte y oxígeno, sol y carbón. Imposible de olvidar; complicadísimo de sustituir.


En el verano de 1999, tras finalizar la mejor temporada en la historia del Manchester United, Peter Schmeichel abandonaba el club. El meta danés, probablemente el mejor de siempre de los red devils, dejaba con su salida un agujero que Ferguson tardó años en tapar. Sin Schmeichel, el United no volvió a repetir los éxitos de los ‘gloriosos noventa’ y Sir Alex empezó a escarbar sin tapar el hoyo, apostando por porteros de todo tipo y condición con una única cosa en común: todos fracasaron, desde Barthez a Howard, sin olvidarnos de Bosnich, Taibi, Ricardo o Carroll. Cada uno de ellos suponía un nuevo error, incrementándose la añoranza hacia el gigante danés, hasta que la enésima apuesta del escocés, Van der Sar, llegó a Old Trafford para romper todas las marcas y todos los mitos. Pero la final de Wembley de este año ha supuesto el final de la carrera del holandés, y para que no se repitiese la misma historia que hace doce años, Ferguson ha apostado fuerte por el joven De Gea, fichaje de futuro –y, por ende, de riesgo– pero de calidad.

Ahora, el United corre el peligro de no reforzar otra posición clave como la portería: el mediocentro. Con la baja de Paul Scholes, el equipo del noroeste inglés sufre una clara descompensación en el centro del campo con respecto a sus otras líneas, mucho más fuertes. Pese a que las lesiones le lastraron las dos últimas campañas, el pelirrojo seguía siendo el único futbolista de la plantilla capaz de iniciar el juego y a la vez terminar la jugada, bien con un tiro o con un pase definitivo. Y sólo él sabía regular el ritmo de los partidos, jugar en corto y desplazar el balón cuarenta metros en diagonal (¡oh!). La de Scholes es una pérdida durísima, pero no tanto por su incidencia en los grandes partidos de los últimos meses, sino por lo que aún, al 70%, podía seguir aportando en determinados encuentros o fases de los mismos. Ferguson ha intentado anticiparse a este momento buscando durante los últimos años al relevo natural de Paul, pero los resultados han sido malos: Anderson, Carrick, Hargreaves y Gibson, por unas razones o por otras, no han podido suceder con éxito al 18, por lo que el técnico de Glasgow se inventó una nueva posición para Ryan Giggs, y ahora, tras el final de Scholes y queriendo evitar otros años oscuros como los que sucedieron a Schmeichel, rastrea con ahínco el mercado.


Sin embargo, Ferguson ha dejado claro que Scholes es ‘unico e irremplazable’, por lo que se tendrá que fichar a alguien de ‘condciones diferentes’. Ahí entra en escena Sneijder, mediapunta en el Inter y en su selección, interior ofensivo en el Madrid. El 10 holandés aumentaría el nivel del equipo, pero no está muy claro que Sneijder sea el hombre que necesita el United para dominar los encuentros y ser el único acompañante del otro mediocentro, Fletcher o Carrick. Además, dadas sus claras condiciones de trequartista, obligaría a que Rooney se alejase en muchas ocasiones de la mediapunta, donde tanto nos ha gustado en este 2011. Existen otros nombres encima de la mesa, como Samir Nasri o Paulo Henrique Ganso, pero la mayoría de estos jugadores son enganches, no mediocentros (Modric lo es, por lo que sería un fichaje excelente, pero el jugador quiere permanecer en Londres).

Muchas dudas y pocos días para que se inicie, con la Community Shield, la temporada en Inglaterra. No obstante, el Manchester United ha fichado bastante bien, reforzando la defensa (Phil Jones) y la delantera (Ashley Young), además de la portería, pero sigue faltando la guinda del pastel. Guinda de oro, por escasa y difícil de encontrar, pero absolutamente necesaria por la categoría de los rivales a los que el United se va a enfrentar durante la nueva temporada tanto en las Islas como en Europa. Es el enésimo reto de Ferguson, el más difícil todavía del insaciable y legendario técnico que por primera vez desde 1994 no contará con la ayuda de Paul Scholes.

viernes, 18 de marzo de 2011

Un Nuevo Mundo


Colo-Colo  y Santos disputaron la noche del miércoles un entretenido encuentro correspondiente a la tercera jornada de la fase de grupos de la Copa Libertadores. Ganó El Colo 3-2, consiguiendo así su primera victoria como local ante un equipo brasileño tras catorce años de sequía. Me habían hablado muy bien del fútbol que se desplegaba en los mejores campos latinoamericanos, así como de las imperdibles retransmisiones que ofrecía Gol Televisión con Nico Nardini y el Coco Nazar, sin embargo, lo que ayer retuvo mi sueño fue la ilusión por descubrir al Santos y a dos de sus jugadores: Paulo Henrique Ganso y Neymar da Silva.

Eran las dos de la noche y el balón comenzaba a rodar en un Monumental lleno hasta la bandera. Ese ambiente incomparable se contraponía a mi miedo inicial a lo desconocido, a ese fútbol que sólo había visto de manera residual y del que temía que su bajo ritmo se acabara imponiendo a mi café. Pronto se disiparon las dudas y empecé a disfrutar de un espectáculo al que no le faltaba de nada. Sin tiempo para colocar a los jugadores sobre el campo, apareció Elano, de vuelta en su club de origen, y metió un gol desde casi cuarenta metros donde el portero falló calamitosamente. En cambio, el 0-1 envalentonó a Colo-Colo que se fue decidido a por el empate. En los cuarenta minutos que siguieron al gol de Elano, el Cacique ridiculizó a la defensa paulista, en especial por los movimientos de los tres atacantes del conjunto del Tolo Gallego: Jorquera, Paredes y Miralles. Este último se erigió en el gran protagonista, primero iniciando con un magnífico pase el gol del empate de Paredes y después anotando el segundo. Santos quedaba retratado como un equipo muy partido, mal trabajado (su técnico es un interino), incapaz de sostener en defensa todo lo que podría llegar a generar en ataque. Llegó el 3-1, obra del capitán Scotti, y el delirio era incontenible en el estadio santiaguino. Antes del descanso entró en el conjunto brasileño Rodrigo Possebon, antiguo mediocentro del Manchester United, diluido desde su lesión en 2008 durante un partido de Carling Cup. Muchos reds soñaron con que alguna vez éste sería el mediocentro creativo que hoy tanto echa en falta el equipo de Ferguson, pero el camino de Rodrigo parece que ya nunca será el de la excelencia pese a contar todavía con sólo 22 años.



La segunda parte fue muy diferente, con un Santos dominador, jugando desde el principio en campo contrario; era el momento de P.H. Ganso y Neymar. El primero, de 21 años, debutaba en Copa Libertadores tras pasar los últimos siete meses lesionado, por lo que su ritmo siempre fue inferior a lo que requería el partido. Sin embargo, sí dio muestras de su excepcional habilidad en el último pase; si Ganso tiene el balón en la posición del trequartista es letal porque conoce el juego y todos sus misterios. A ese talento para descubrir huecos donde otros sólo ven piernas rivales, suma una técnica envidiable, cuyo rasgo más característico quizá sea la calidad con la que pisa el balón para eludir al contrario. A los tres minutos de la reanudación, Ganso recuperó un balón y sirvió con el exterior de su zurda para que Neymar encarase a Castillo y anotase el segundo de su equipo. Este delantero de 19 años vive en la Luna, pero tiene todas las condiciones para que si un día decide bajar a este mundo, lo ponga a sus pies. Capaz de acaparar a tres jugadores del equipo chileno cada vez que cogía el balón, su mérito residía en la agilidad sorprendente con la que se iba de ellos. Su técnica es extraordinaria, con un primer paso brutal y una capacidad para regatear al portero sublime. Maravilló en el último Sudamericano Sub-20 y antes de ayer hizo enmudecer durante varios minutos a la hinchada del Monumental, tan temerosa de los pies de Neymar como de las manos de su arquero. Colo-Colo se encontró muy pronto con el 3-2, pero supo sufrir (imperdibles las imágenes del Tolo Gallego en la banda) y terminó el partido en campo paulista, mereciendo el cuarto gol ante un equipo que con el paso de los minutos ya sólo se sostenía por Neymar, apareciendo en los dos flancos del ataque, y Danilo, lateral diestro muy interesante. 

Finalmente se consumó la derrota del Peixe, que se queda con dos puntos tras la primera vuelta de la competición. Colo-Colo, justo vencedor, se aúpa al primer lugar del grupo 5 con seis puntos. El próximo partido entre ellos (el 6 de abril) se presenta como una final para el Santos: Vila Belmiro dictará si el equipo paulista está preparado para pelear por el título continental. En cualquier caso, ambos conjuntos nos brindaron una gran noche de un fútbol diferente al europeo, donde prima más el balón y la verticalidad que la intensidad y la ocupación de los espacios. Sin embargo, anoche ganó el equipo que reunía más cualidades del segundo tipo. Así es este deporte; a veces tan delicado como Ganso, otras tan irreverente como Neymar, pero siempre, en cualquier rincón del planeta, enormemente competitivo como Miralles.