lunes, 7 de abril de 2008

El sueño hecho realidad

El título refleja perfectamente lo que sentí ayer en La Romareda. E incluso puedo quedarme corto. Fue tan mágico, tan increíble, tan soñado… Dos años esperando este día, dos años pensando lo que vibraría en la grada y cómo celebraría los goles, dos años y ayer llegó el día. No es mi estilo hablar en mi primera persona ya que existirá una mayor subjetividad si cabe, pero me veo en la obligación de contar lo que ayer viví.

Conforme me iba acercando al estadio, el ambiente se iba tiñendo de verdiblanco. Con 25º en el aire y rodeado de béticos, si me hubieran dicho que estaba en Sevilla me lo hubiera creído. Faltaba una hora para el partido, pero no quería perderme un detalle. Entonces entramos al campo y fue cuando un empleado del R.Zaragoza me dejó pasar a la grada visitante. Ese hombre me dijo: ‘Disfruta’. No sabía él cuánta razón llevaba ni que eso era el preludio de la mejor tarde de mi vida…

El partido comenzó, y sin ni siquiera poder entonar tres canticos diferentes, el Betis se puso 0-2 con dos golazos de Mark González. Ahí nos olvidamos todos los allí reunidos de que no nos conocíamos de nada; nos abrazamos, cantamos juntos, bufandeamos y nos volvimos a abrazar. Nuestro Betis ganaba con autoridad y se salvaba, y sobre todo, nos hacía sentir de nuevo como en el 97, como en el 2005, como en los ascensos, volvía el CurroBetis. La segunda parte fue una fiesta continua, animando con nuestros cánticos y haciendo enmudecer a una Romareda enrabietada contra su equipo. Ahí llegó el tercero, Pavone. Locura, nuevos abrazos, pellizcos en la piel, frotándonos los ojos… A pesar de esto, el Betis es tan grande que ni con un 0-3 te relaja, lo que hace que te dejes el aliento por él hasta el final. Hasta ese final donde grité y me dije '¡sí!', por fín había vivido una victoria de mi Betis.



Y ahí estaba yo, rodeado de más béticos que nunca. Esa era mi gente, que a pesar de que la vida me había alejado de ellos físicamente, mi sentimiento verdiblanco hará que permanezca siempre unido a ellos. Aunque bien es verdad que ayer eran todos un poco islotes en medio del océano como yo. Unos valencianos, otros catalanes, aragoneses… Lejos casi siempre de nuestro equipo pero que este partido nos juntó porque como rezaba nuestra canción: ‘Nosotros somos el Betis’.

Así, tal como queda esto, parece que fue un sueño, que no es ni real porque ni tan siquiera pude imaginar soñar tal perfección. Pero para que quede constancia de que fue realidad, la vida me trajo a una niña, una zaragocista. Me vio verdiblanco de arriba abajo y me pidió un intercambio de bufanda en un maravilloso gesto. Yo se lo negué, mi bufanda me acompaña desde aquella calurosa tarde logroñesa que vi con mi padre por primera vez al Betis. Desde aquí, un ‘lo siento’ más para esa niña. Ayer, el Betis aumentó mi beticismo, y tú, zaragocista, aumentaste mi amor al fútbol.