miércoles, 10 de diciembre de 2008

Arshavin: un genio sin lámpara

Ayer nos levantamos con la noticia de la destitución de Bernd Schuster y la llegada de Juande Ramos al club de Concha Espina. No es una mala opción para un equipo desolado en todos los aspectos y a cinco días de visitar a un Barcelona arrollador. Aún así, este cambio de rumbo no debe hacer obviar las muchas debilidades que ostenta este Madrid. Por ello, junto a la ‘bomba informativa’ han empezado a salir nombres para seguir reforzando al equipo en invierno y tapar las diversas carencias de la plantilla. Suena con fuerza Arshavin, el cual sería del gusto del nuevo técnico blanco, que ya lo quiso para el Tottenham este verano.

Tiene algunos contras su fichaje, cierto, como que no podría jugar este año la Champions o que ya no es una joven promesa. Sean positivos y piensen que es el jugador más valioso del mercado en la actualidad y que es una realidad madura. Con su llegada, el Real Madrid taparía la carencia de desborde, agilidad y magia ofensiva que tanto necesita y que le falta desde la venta de Robinho. Aún así, Andrei Arshavin no lo tendrá nada fácil para acabar en Madrid, ya que el ruso deberá superar verdaderos escollos para abandonar el Zenit. El primer problema tiene que ver con las pocas ganas que tiene su equipo de verlo salir. El presidente del club le aseguró, tras no venderlo en verano, que aceptaría una oferta importante por él y lo dejaría marchar. Ahora deberíamos valorar qué es importante para el presidente de la gigante Gazprom. Desde mi punto de vista, seguramente diferente al de este magnate, por el jugador se podrían llegar a ofrecer hasta 25 millones de euros, aunque una oferta por cinco menos debería ser igualmente aceptada por el club de San Petersburgo. Por otro lado, está la posición que ha tomado la afición. No le quiere ver lejos de la Premier rusa, ya que se quedarían sin su mejor jugador y el referente de toda una liga. Incluso el Partido Comunista de San Petersburgo, la antigua Leningrado, le ruega que siga en la 'Madre Rusia'. Decepcionar a una parte de tus seguidores o al fútbol de primer nivel, el que tanto deseas degustar y el que ansía conocerte mejor. Difícil decisión. O no…



Aunque el mayor problema que tiene Andrei para vivir en la Europa de la Unión está en las dudas que despierta su fútbol en muchos aficionados y dirigentes de clubes importantes. No terminan de ver en el menudo futbolista a un jugador de altísimo nivel. No diré que le vieron poco, sino que no le vieron nunca. Arshavin lleva mucho tiempo despuntando en la liga rusa y sus números son buenísimos, sobre todo, desde la temporada 2004, pero fue la temporada pasada cuando terminó de dar el salto definitivo. Entre todas las competiciones sumó 15 goles y 25 asistencias. Con estas cifras llevó a su ciudad la primera liga rusa de la historia del Zenit y la Uefa Cup. Fue esta última competición la que nos brindó a muchos la ocasión de conocer a este verdadero genio. Él y su Zenit hicieron un torneo perfecto, donde muchos de sus partidos se pueden calificar de sobresalientes. Es un jugador rápido, con un gran cambio de ritmo, inteligente en los desmarques, excelente en el último pase, con bastante gol y con una habilidad de conducción prodigiosa. Si tiene un defecto es que es un jugador que se desentiende de la tarea defensiva, pero es porque su físico no es el mejor y se reserva para las posiciones de ataque, donde se deciden los partidos, donde los decide él por su superlativa calidad. Y hablar de Arshavin significa recordar aquella noche de Eurocopa donde Rusia eliminó a Holanda en una de las mayores exhibiciones individuales que yo recuerdo. Realmente, es difícil encontrar un partido donde alguien haya sido tan superior y sea capaz de hacerte sentir tantas cosas. Fue porque veintiún futbolistas jugaron al fútbol, muy bien, y uno jugó al fútbol total. En esa Euro, Andrei Arshavin puso nombre y apellidos a tanta calidad.

Arshavin lleva meses pidiendo a gritos su oportunidad, pero esta noche lo hará de manera silenciosa, invisible, como todos estos años en Rusia. El Bernabéu y Europa le examinarán a las 20:45, olvidando sus anteriores gloriosos días, como si un único examen valorase una licenciatura entera. Seguramente, Shava opte por hacer lo que mejor sabe, lo más sencillo para un superdotado como él: driblar, velocidad inteligente y, pase lo que pase, balón pegado al pie. Si lo hace, sus gritos quizás se vean recompensados. Si las cosas no salen bien, el eco de su voz pidiendo su oportunidad, la última, resonará en nuestra memoria para siempre porque nos privaremos de ver a un futbolista de inmensa clase en una liga de primer orden. Seguirá siendo un genio sin su lámpara maravillosa.

martes, 2 de diciembre de 2008

La historia de un balón

A principios de la década de los cincuenta, Europa intentaba dejar atrás la tragedia que supuso la Segunda Guerra Mundial en todos los aspectos. Su lucha ya no era armada, sino espiritual –qué parte de culpa tenía cada uno de los coetáneos en el mayor enfrentamiento bélico de la historia del hombre-. Mientras, Estados Unidos, que como de la PGM, salió favorecido de esta segunda, continuaba con el Plan Marshall e iniciaba la carrera por conquistar el espacio en el marco de la Guerra Fría. La Tierra se nos había quedado pequeña. En estas circunstancias, el fútbol iba a más y tanto en España como en el resto de Europa se había convertido en la única manera de olvidar las penalidades que habían azotado al continente en las dos últimas décadas.


Francia, que siempre ha sido un país adelantado, emprendedor, revolucionario, desde lo político, con hechos de sobra conocidos, hasta lo deportivo, tomó la delantera en el tema futbolístico como antes hizo con otras disciplinas. Ellos fueron los que crearon el Tour de Francia y nos enseñaron a amar el ciclismo, y también en Francia se impulsó, por medio de Pierre de Coubertin, la idea de recuperar las Olimpiadas atenienses. A mediados del siglo XX, como decía, fueron pioneros en el fútbol. Un periodista del diario L’Equipe sacó a la luz su propuesta de crear una competición de fútbol continental donde se enfrentarían los mejores clubes de Europa. Había nacido la Copa de Europa, nuestra Champions. Al mismo tiempo, en 1956, los periodistas de France Football entregaban por primera vez un trofeo que premiaba al mejor jugador europeo. Acababa de nacer el Balón de Oro.




A la par que crecía el prestigio de este premio, de la Copa de Europa y del fútbol en general, Europa salía de la crisis y lograba conseguir un estado de estabilidad y crecimiento sólo frenado por pequeñas crisis cíclicas y normales. Hoy, cincuenta y dos años después de la creación del trofeo, el Balón de Oro y el progreso europeo y mundial es, por primera vez, inversamente proporcional. El mundo vive una verdadera crisis financiera y económica y sufre guerras en todos los continentes. Mientras, el Balón de Oro está en boca de todos más que nunca, ya sea por el gran nivel de los contendientes o porque teníamos a muchos compatriotas con alguna opción. Pero no ha habido sorpresas, Cristiano Ronaldo lo ha ganado y con toda justicia, ya que tanto por números, títulos y juego, sobresale por encima del resto en este 2008. Lo cierto es que el portugués es el vencedor de una maratón que vuelve a comenzar ahora mismo y donde parte con ventaja Lionel Messi, pero donde se ganan los títulos y los trofeos es en mayo, aunque algunos frutos se recojan la primera semana de diciembre y con la Torre Eiffel de testigo.

Cristiano Ronaldo ha sido el último de los elegidos en entrar en el selecto club de ganadores dorados. Existen cantidad de premios a lo largo del año para valorar a los jugadores, pero sólo éste provoca tanto debate, sólo éste provoca tanto deseo. Es por el valor de la tradición, de la historia, de nuestros antecesores. El Manchester United no tenía en sus filas a un Balón de Oro desde hacía cuarenta años. Quizás por abusar en los sesenta, donde no tuvo uno sino tres –Denis Law, Sir Bobby Charlton y George Best-. A esa legendaria delantera la llamaron la Santísima Trinidad, el mejor ataque de la historia del club red. Por la izquierda entraba Best, el más genial de los tres. El último Balón de Oro del club, el primer futbolista-mediático de la historia, el cual, recibió el trofeo tras conquistar la Copa de Europa de 1968. Cuarenta años más tarde y entrando por la derecha, Cristiano Ronaldo recibe el Balón de Oro tras ganar la Champions League con otro tridente de lujo y después de convertirse en el último futbolista-mediático.